La pasada semana, como anuncié en su momento, el blog entró en hiato debido a un viaje que realicé a Italia. Dicho viaje fue organizado por la Universidad y, a pesar de estar dirigido principalmente a estudiantes de la carrera de Geografía e Historia, se permitía la entrada a gente externa que estuviera interesada, aunque eso sí con límite de plazas.
Durante el viaje, he podido ver prácticamente toda Italia. Han sido 9 días de constante ajetreo, de no parar y de ir apurados. Esto ha hecho mella en mí, que he perdido un par de kilogramos y he llegado a estar en un estado de agotamiento extremo que no me sentó bien.
Aún con esto, el viaje ha sido muy disfrutable. Hemos pasado por multitud de lugares, pero vamos a ir desgranando poco a poco, aunque de forma resumida, algunas de las experiencias del viaje.
El primer día dormimos en Milán, ciudad que apenas pudimos visitar, ya que llegamos a los albergues a las 11 de la noche, y el mal tiempo no ayudó demasiado a que pudiéramos dar una vuelta libremente por la ciudad. Una espinita clavada que queda para otra ocasión.
El segundo día, ya con mejor clima, empezó el ajetreo. Visitamos el Museo Arqueológico de Génova, el muso de La Spezia y vimos la cantera de mármol de Carrara, con unas vistas impresionantes, pero no aptas para gente con vértigo como yo. Algunos de los viajeros incluso robaron piedras de mármol allí halladas. Ese día nos alojamos en un bonito albergue de Pisa (y uno de los escasos días en los que pude dormir sin alboroto y con solo 2 personas en la habitación).
El tercer día visitamos Florencia, visita a Museo incluida (vais a ver que la mayoría de museos están dedicados a la arqueología, al ser un viaje de estudios, y un servidor no es muy fan de la arqueología, prefiero la pintura o incluso la escultura). Asimismo, pude deleitarme con la ciudad de Florencia, bastante bonita, con sus riquísimos helados y la impresionante Galería de los Uficci. (¡por fin pintura!). Sin embargo, aquí tuvimos un contratiempo, y es que aunque la Galería cerraba a las 7 de la tarde (sí, flipad), a las seis y media ya nos estaban echando de malas maneras y apuradamente, con lo cual me quedó un agridulce sabor de boca. Es un lugar al que quiero volver y verlo con más calma, porque era uno de mis principales objetivos del viaje. Además, mi estado de cansancio ya este día no me permitió gozar como quisiera de las impresionantes obras.
Asimismo, visitamos, como no podía ser de otra forma, Pisa, incluyendo su torre inclinada (foto típica incluida) y los alrededores. Impresiona, pero estás tan harto de verlo en fotos y en televisión, que casi pierde un poco de "hype". Aún con esto, merece la pena verlo en vivo y en directo.
Llegamos al cuarto día, nos desplazamos a Siena, una pequeña pero rústica ciudad que fue uno de los lugares favoritos de la mayoría de viajeros, servidor incluido. Fue allí donde también merendé un exquisito dulce italiano del que no recuerdo el nombre. Y también, como no, visitamos el Museo de Arqueología de Siena, y nos dio tiempo incluso a ver la ciudad a nuestra bola y a ver el increíble Duomo.
Quinto día, visita a la ciudad etrusca de Roselle (sí, piedras, yacimientos y todo eso que, disculpen, me aburre tanto). Visitamos no sé cuantos yacimientos etrusco-romanos, y aquí no iba a ser menos. Ese día nos alojamos en un albergue en Perugia.
Vamos con el sexto día, visitamos la ciudad de Perugia en sí, y claro, también el Museo Arqueológico. También vimos un pozo etrusco, no apto para agorafóbicos y gente con vértigo. Mola bastante, pero lo pasas mal si eres un poco hipocondríaco. Esa noche, nos alojamos en Rávena.
Séptimo día, visitas a la ciudad de Rávena, y en esta ocasión fuimos un poco por libre. Vi bastantes iglesias de todo tipo, la Domus con sus maravillosos mosaicos e incluso mauseoleos (para mí, una de las partes más aburridas, la verdad. No me entusiasma ver tumbas y me da mal rollo). Esa noche, cruzamos la frontera para dormir en Pliskovica, una pequeña localidad de Eslovenia (sí, puedo decir que he pisado Eslovenia, y puedo decir también que no pienso volver. Lo poco que vi parecía más propio de una peli de terror que otra cosa. El albergue, rural para algunos, cutre para un servidor, tenía madera vieja de esta que crujía a tus pies. Tanto es así que obligaban a descalzarse para, decían, mantener la casa bien. Yo os prometo que pensé que en cualquier momento se derrumbaría. Por otro lado, en ese lugar parecían desconocer lo que era la luz, ya que reinaba una oscuridad en casi todas partes que no acompañaba a sentirse a gusto. Ya digo, para mí fue lo más desagradable del viaje).
Afortuadamente, al día siguiente, octavo ya, nos fuimos de aquel lugar tan "bonito" en dirección a Triste, lugar bastante agradable en el que vimos, además del consabido museo, las ruinas romanas y la ciudad de Aquileia. Nos alojamos en Mira esa noche.
Penúltimo día, uno de los más esperados para muchos. Tocaba Venecia. Pasamos el día entero allí, divididos en grupos. Uno de ellos visitó el Museo y otro, harto de museos, en el que yo me incluí, decidió explorar por su cuenta. Contaba con la ventaja de que uno de los integrantes de este grupo ya había estado en Venecia y podía guiarnos con relativa facilidad. Iglesias a montones fue lo que vi, además de visitar el majestuoso, y caro, Palacio Ducal, y de pasar por el Puente de los Suspiros. No, no hicimos paseo en góndola debido a su prohibitivo precio.
Venecia, en general, me pareció bastante bonita y agradable para pasear (a pesar de estar muy enfocada a gastarse los dineros). Sin embargo, de noche apenas tiene iluminación y resulta muy fácil perderse o no saber dónde dirigirse, a pesar de estar señalizado. Esa noche, nos alojamos en un curioso albergue que no estaba del todo mal.
Y llegamos al último día, en el que nos dio tiempo, antes de coger el vuelo, a visitar la villa romana de Sirmione y un castillo. He de decir que, aunque la villa era muy bonita (y me agencié otro maravilloso helado), el castillo en sí fue un poco patochada. Era subir y bajar, y tampoco era para tanto.
Esa misma tarde, tocaba coger el avión y de vuelta a España.
¿Qué cosas de Italia puedo comentar, aparte de los lugares que ya he comentado?
Para empezar, el agua. El agua es un tema que me preocupó. Allí, si puedes un agua, sin especificar, te traerán agua con gas, que es lo más común. Tienes que pedir agua natural, y aún así su agua tiene una mineralización distinta a la de aquí, y no te sacia la sed. Es algo bastante incómodo cuando estás sediento, con lo cual tienes que recurrir a refrescos o acostumbrarte a ello.
Por otro lado, hay ciertos estereotipos de Italia que quiero desmontar y otros que quiero confirmar. La pizza, del que se dice es uno de sus manjares, a mí me pareció mala de remate. Pude comer pizza en dos lugares distintas (por si acaso uno era malo y fuera mala suerte), y en ambos me pareció muy mejorable.
Sin embargo, puedo confirmar que allí la pasta la hacen formidablemente. Siempre está al dente, en su justo punto y con un sabor increíble. He comido pasta en dos ocasiones y fueron las veces que mejor me alimenté allí.
Los helados, como ya he comentado más arriba, también son algo a destacar. Sabores increíblemente variados, y en general de forma natural. Muy buenos.
Poco más me queda por añadir. La gente solía ser bastante amable, y el italiano es bastante intelegible, aunque hablarlo no es tan fácil como puede parecer a primera mano.
Ah, me olvidaba, mucho quejarnos de los horarios de Londres, pero en Italia todo cierra prontísimo también. Muchos de los museos y galerías cierran ya alas 6, y las tiendas algunas incluso a las 5. Lo que más tarde en cerrar son los supermercados, y aún así sólo duran hasta las 7. Vamos, que en ese sentido sí que no mola nada.
Y esto es todo, si queda alguna duda o algo que queréis que comente, dejadlo en comentarios e intentaré responder. Ha sido un viaje en el que he acabado para el arrastre, pero bastante satisfactorio.
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